19/12/09

NaturalMente



Vivo sin duda un proceso muy intenso, esto de ser sumisa novata no es nada fácil y lo que pienso es sin duda discutible pero es así que lo vivo. en este momento tengo dos Amos… si, por un lado Oscuridad que con su sola presencia logra que deje de cuestionarme, me relaje y me entregue por entero haciendo que todos mis racionales limites se pierdan en ese espacio en el tiempo en el cual sum {AO} disfruta inmensamente. Por la otra parte esta mi razón, la que en Su ausencia gana terreno, me atormenta y mas de una vez cree vencerme por cansancio entonces baja la guardia y todo vuelve a comenzar.

Como un ciclo sabiamente establecido, siento, me elevo, razono y caigo justito cuando ya es hora de volver a comenzar… y a mi alma vuelven miles de mariposas que me hacen suspirar. Tarde una vez mas para mi razón… ya estoy ahí, tendida, obedeciendo, dejando que El penetre por todos los poros de mil maneras distintas.

Anormal seria aceptarlo sin protestar. "Comprendo tus rebotes, dice mi Amo, ...llegas a un sitio establecido... debes obediencia a una persona que te domina y te impone normas… se te priva de la visión y el habla (en este caso es una utopía)... recibes placer a través de maneras que nunca pensarías que podrías aceptar... se te obliga a estar en posiciones y posturas totalmente incomodas. Se te azota, te ponen pinzas... y así y todo estas esperando la siguiente sesión...”.

Doble trabajo para mi ser, pero para mi, parte natural
del proceso de aceptación y deleite según intuyo del Dominante, ya que todos los pasos son un merito puesto que es algo que la sumisa aun mantiene en letargo muy escondido en su interior.

A todo esto que supongo habitual mi Amo y yo debemos sumarle una situación de índole personal la cual añade emociones mucho mas fuertes pero también responsabilidades extras para mi Dueño, quien sin ninguna duda a mi humilde pero concienzudo parecer, maneja con mucho tacto y cuidado hacia mi ser.


Hoy deseo darle las gracias Señor,
por esa paciencia y delicadeza que logra
mas allá de la firmeza con la que me adiestra.



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