No fue hasta oír su voz que deseo
desearlo.
Sus letras ya habían hecho de
ella terreno fértil pero su voz… su voz fue como la brisa fresca que entra por
la ventana recién abierta después de tiempo… tanto que no bastaba con desear
desearlo, eso solo logro asustarla más. Sabía que mañana ((hoy)) lo vería y temía, aun
no había olvidado el olor a encierro, el dolor, el desamor… ¿Cómo entonces tan
siquiera permitirse desear desearlo?
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